Encuentro mágico en el pueblo de mis ancestros

Viaje a Noli, Savona, Liguria, Italia

Por Luciana Balbín

Unos meses antes de viajar a Europa, mi prima María Inés –incansable y apasionada investigadora de la historia familiar- me contó que había localizado el lugar desde el que habían llegado nuestros ancestros de parte de nuestra bisabuela Margarita Ganduglia, esposa de Celestino Deluchi, el primer constructor del pueblo en el que ambas vivimos. María me dijo que el pueblito era Noli. Automáticamente lo incluí en mi viaje, sin antes buscarlo en el mapa para ver en qué lugar de Italia estaba. Cuando busqué información quedé maravillada por el paisaje y la pequeña ciudad localizada en las orillas del Mediterráneo, en la región de Liguria, muy cerca de Génova. Por supuesto que lo ubiqué en la etapa de mi recorrido entre Barcelona y Florencia.

El viaje para llegar hasta Noli fue largo, en bus. Por la noche salí desde Barcelona y viajamos hasta Marsella, allí tuve varias horas de espera para poder subir al transporte hacia Noli. El recorrido durante la mañana siguiente me permitió ver desde la ruta que atravesaba las montañas el Principado de Mónaco, Cannes, Niza, San Remo y otros lugares de la costa. Al mediodía llegué a Savona, desde allí debía buscar la forma de ir a Noli, mi destino. Sin saber hablar italiano y tratando de usar inglés para comunicarme (casi nadie hablaba inglés allí), compré un boleto del transporte local que me llevaría a Noli. El recorrido iba por la costa atravesando diferentes pueblos y ciudades que están comunicadas y solo quienes viven allí
saben cuándo termina una y comienza la siguiente. Auxiliada por la app Maps. Me (la recomiendo porque se usa sin conexión, previa descarga de los mapas de los lugares), iba mirando las localidades y así pude bajar en la entrada de Noli, sobre la avenida de la costa. El pueblo se extiende a lo largo de la ruta/costanera y sus calles se internan hacia la montaña, allí está el casco histórico medieval de la ciudad.

La sensación es indescriptible, solo se puede sentir y lo entenderán quienes alguna vez fueron al lugar desde donde salieron sus abuelos, bisabuelos o familiares, dejando muchas veces parte de su familia, padres, hermanos, etc. Caminar en ese lugar, del que hasta hacía dos meses atrás no tenía idea que existía, fue algo impresionante. Es una sensación de regresar a un lugar familiar. Un lugar donde hay algo de uno. Es una experiencia única.

Al bajar fui hacia la costanera, a ver el mar y la playa. Y luego crucé nuevamente esa ruta/costanera para ingresar al pueblo.

Noli es una localidad perteneciente a la provincia de Savona, en la región de Liguria. Está sobre el Mar Mediterráneo y es un balneario muy concurrido por los italianos. El paisaje es increíble, de un lado el Mediterráneo, de color azul brillante y de otro las montañas tapizadas de verde. Se destaca el Monte Ursino dando marco a la ciudad, con el castillo del mismo nombre, construido en el siglo XII y su muralla, que en otras épocas la protegieron, por ser una importante ciudad marítima.

Antes de contarles mi experiencia en la ciudad, conozcamos un poco de su historia…

Noli fue un puerto defensivo por el que discurría la famosa Vía Aurelia, una de las carreteras romanas más importantes. En la Edad Media fue dominio bizantino, luego estuvo a manos de los longobardos que la destruyeron en 641. También estuvo bajo dominio de los francos.

Por su ubicación estratégica, se convirtió en un importante centro marítimo. En 1097 participó en la Primera Cruzada, por lo que recibió privilegios políticos y comerciales. En 1193 se constituyó como República independiente pasando a ser la quinta de las repúblicas marítimas
italianas. La República de Noli estableció importantes alianzas con la República de Génova en 1202, con la que luchó contra Pisa por la supremacía comercial en el mar Tirreno y contra Venecia por el tráfico marítimo en Oriente Medio.

Presionada entre los municipios de Savona y Finale Ligure, se dotó de fortificaciones y de unas setenta torres ciudadanas que cerraban el burgo en una muralla. La República de Noli en el Siglo XVIII se convirtió en el objeto de las ambiciones expansionistas de los duques de Saboya, aunque consiguió permanecer aliada a la República de Génova. Ocupada por las tropas napoleónicas en 1797, a pesar del duro bombardeo naval por parte de la flota inglesa en 1795 contra los franceses, firmó la nueva constitución que decretó el fin de la república pasando a formar parte de la República Ligur y del Primer Imperio francés, hasta su ingreso en el Reino de Cerdeña en 1815. Finalmente en 1861 se integró al Reino de Italia.

La ciudad posee un casco antiguo con edificios que fueron testigos de su rica historia. Palacios, iglesias y otras construcciones de los siglos XI a XIV y también anteriores pueden ser descubiertos al caminar por las angostas calles del pueblo.

Caminando por Noli

Al ingresar al casco histórico por la entrada principal de la ciudad y caminar por la Via Cristóforo Colombo sentí como si me trasladara en el tiempo, calles angostas y con un empedrado que brillaba intensamente, pequeñas plazas secas en las que había mesas y negocios de diferentes rubros instalados en esas edificaciones tan antiguas. Por esa Vía llegué a mi hotel, el encargado divino, amable y risueño no hablaba más que italiano (bastante cerrado) y fue imposible entendernos hablando, pero sí lo hicimos con señas y gestos. Así me indicó todas las comodidades de la habitación, el lugar donde debía ir a desayunar la mañana siguiente y me recomendó lugares para comer. Es increíble pensar hoy en esas situaciones y preguntarme cómo nos comunicamos y nos entendimos.

Dejé las cosas y salí, era la hora de la siesta, andaba poca gente en las calles. Pude recorrer el pueblo casi vacío, sus construcciones de piedra y el paisaje circundante lo hace muy pintoresco. Llegué a una plaza y había un solo lugar abierto, era una especie de bar, similar a esos bares antiguos de los pueblos, donde van los amigos o conocidos a tomar la copa, no llegaba a ser una panadería ni rotisería, tenía mesas afuera y adentro, pero lo único que había para comer en ese momento era una focaccia, que estuvo increíble. El sabor de la pizza y las pastas en Italia es tan distinto a lo que comemos aquí, pero creo que en los pueblos es aún más casero y tiene otro sabor.

El casco histórico es pequeño y se puede recorrer en unas horas, hay varias iglesias, a lo lejos se ve el casillo y las construcciones son realmente muy pintorescas. En esa caminata me llamó la atención una Pastelería, llamada La Crepe, ubicada sobre la Via Cristóforo Colombo. Estaba cerrada pero su vidriera exhibía una cantidad de bocaditos de diferentes sabores, todos con su respectivo cartel indicando el gusto. Pere e cioccolato, fichi, mele e uvetta, arancia, fragola, arameia, 3 cioccolati, chinotto, fichi, noci e cioccolato, albicocca, chinotto e cioccolato, lampone, mora e pistacchio, amarena, limone, lampone e coco, miele e bergamotta, marasca, arancia e cioccolato, eran algunos de los sabores que aparecían en los carteles. Además promocionaban en una pizarra otras variedades de tortas. Realmente esa vidriera con tanta variedad, colores, formas, gustos junto con otros detalles como la decoración interior, las mesas y sillas, la iluminación llamó mucho mi atención y decidí volver cuando estuviera abierto. Caminé entonces hasta la costa, el mar azul intenso, la playa de piedras pequeñas, los balnearios, las palmeras de la costanera, los restaurantes y negocios, las casas y departamentos con vista al mar, todo esto hacía de Noli una ciudad hermosa. Al volver a la ciudad fui hacia la pastelería. El negocio era atendido por dos señoras, una de ellas –la mayor- no hablaba nada de inglés ni español, pero igualmente me explicó sobre los sabores y los precios de los bocaditos, nuevamente no sé cómo nos entendimos. La otra dueña, más joven, hablaba algo de inglés e intervino para traducir el significado de “lampone” (frambuesa). Luego de probar esas delicias con un café exquisito y comprar los “Baci di Noli” (besos de Noli) para traer de recuerdo a mi familia, salí. En la puerta, la mujer que hablaba inglés me preguntó qué hacía en ese pueblo. Es llamativo ver extranjeros, el lugar es un centro turístico nacional, pero rara vez llegan extranjeros. Entonces le conté que había llegado allí para conocer el lugar de mis antepasados. Quiso saber qué apellido eran esos antepasados. Aún hoy recuerdo su cara, su expresión y sus gritos llamando a su hermana que estaba en el interior del negocio diciéndole: Rosa, Rosa, sai come si chiama lei? A lo que Rosa respondió desde adentro: e Ganduglia!!! Efectivamente ellas eran Ganduglia. Medio en inglés medio en italiano, me contó el origen de nuestro apellido, me habló de la existencia de un pueblo muy cercano en la montaña (en el que ella vivía) llamado Gandoglia, donde se asentaron nuestros ancestros luego de haber sido expulsados por los Reyes Católicos en España, ya que eran judíos. Ella se llama Claudia, hablamos un rato largo, de la familia, de Argentina a donde había venido y había encontrado un primo. Me despedí e impactada por la experiencia me fui al hotel (a una cuadra). Al salir nuevamente a la calle y pasar por la pastelería, Claudia estaba en la puerta del negocio y me llamó, aún emocionada y contenta, y me regaló una “colomba” es una especie de pan dulce con forma de paloma que comen en Semana Santa. Al dármela me dijo: “per la famiglia in Argentina”. Las sensaciones fueron muchas, emoción, felicidad, alegría, sorpresa. Fue sentir que todo el viaje era para llegar a ese lugar y encontrarme con alguien así. Realmente no encontramos un pariente en común, pero la emoción de ambas al descubrir nuestro apellido en común y de ese encuentro tan lleno de magia, fue como haber encontrado un tesoro.

Podría contarles sobre lo que comí o los lugares que seguí recorriendo pero esta vivencia y ese encuentro fue lo más emocionante de mi estadía. Antes de finalizar el relato, quiero destacar dos lugares más: imperdible por la mañana ir a la playa a ver los botes pesqueros llegar, ahí mismo venden el pescado recién sacado. Otro lugar imperdible es la Pasticceria Scalvini (Via Cristoforo Colombo 3, ni bien entrás a la ciudad, sobre la izquierda), en ese lugar compré una focaccia para el viaje hacia Florencia. Me lamenté de no haber comprado más, era realmente exquisita. No probé otra tan rica, casera y sabrosa en los demás lugares de Italia en los que estuve.

Partí de Noli sintiendo muchas cosas, no tenía muchas expectativas antes de ir, solamente quería estar en el pueblo de mis antepasados, pero iba sin ninguna intención de buscar datos ni familiares. Solo quería estar allí. Y fue una enorme alegría haber vivido esa experiencia, tan inesperada, sorpresiva y emocionante.

2 comentarios en «Encuentro mágico en el pueblo de mis ancestros»

  1. Ciao, buonasera! Me llamo Florencia Ganduglia, y hace poco me enteré de que mi AVO vivió en Noli y no en Piemonte como me habían dicho. Mi padre se llamó Luis, como su abuelo, el primer Ganduglia argentino. El padre de éste se llamó Natalio, casado con Margherita Repetto. Si mal no recuerdo, el padre de Natalio se llamó Luigi, casado con Felisa Repetto y hasta ahí pude llegar con la data.
    Me encantó leer tu viaje y testimonio! Espero poder ir en alguna ocasion.
    Un abrazo desde Ushuaia

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